La escuela que cambia: diferencias entre segregación, integración e inclusión

En este artículo exploramos de forma clara y práctica las diferencias entre segregación, integración e inclusión en el ámbito educativo, para comprender cómo ha evolucionado la atención a la diversidad en nuestras aulas. A través de ejemplos reales del día a día docente y del papel que juegan marcos como el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) y la LOMLOE, descubrirás qué caracteriza a cada modelo, por qué la inclusión es el horizonte pedagógico actual y cómo podemos construir aulas donde todo el alumnado participe y aprenda de manera significativa.

Margarita Gutiérrez

11/20/20253 min leer

Para comprender de forma sencilla cómo ha evolucionado la atención a la diversidad en nuestras escuelas, imagina que la educación es una gran fiesta. Una fiesta en la que, idealmente, cada persona debería sentirse bienvenida, cómoda y capaz de disfrutar a su manera.

Sin embargo, no siempre ha sido así. A lo largo de la historia educativa, hemos organizado tres tipos de “fiesta”, que simbolizan tres modelos: segregación, integración e inclusión. Esta metáfora nos ayudará a interpretar qué ha hecho la escuela en cada etapa y qué hacemos hoy en nuestras aulas.

1. Cuando la fiesta estaba dividida: el modelo de la segregación

Durante décadas, la escuela partió de una visión centrada en el déficit: se consideraba que la diferencia era un problema del alumno, no del entorno. Así surgió la segregación, una fiesta dividida en salas separadas.
El alumnado con discapacidad o dificultades era escolarizado en centros específicos o aulas especiales dentro del mismo colegio, sin participar realmente en la vida educativa del grupo.

La Ley General de Educación de 1970 consolidó este enfoque. Aunque reconoció la educación especial, lo hizo manteniendo dos caminos distintos: dos fiestas diferentes.

En la práctica, muchos niños y niñas compartían edificio, pero no experiencia educativa. Iban al mismo colegio, pero a otra sala.

2. Cuando dejamos entrar, pero no cambiamos la música: la integración

En los años 80 se dio un paso importante: la fiesta ya no estaba dividida. El alumnado con necesidades comenzó a entrar en los centros y aulas ordinarias. Nace la integración.

La intención era positiva, pero la fiesta seguía igual. Se esperaba que el alumno “se adaptara” a la música, los ritmos y las normas de siempre.
Era habitual que un estudiante permaneciera en su aula, pero saliera periódicamente al aula de apoyo para recibir intervención individual. El aula ordinaria no cambiaba su forma de enseñar.

Estábamos todos en el mismo espacio, sí, pero sin una transformación real del ambiente educativo.

3. Cuando organizamos la fiesta para que todos y todas disfruten: la inclusión

La inclusión supone un cambio profundo: ya no se trata de permitir la entrada, sino de organizar la fiesta pensando en todas las personas desde el principio.
Aquí la diversidad no es un problema, sino una oportunidad para aprender mejor juntos.

El aula inclusiva se diseña para ofrecer múltiples formas de aprender, expresar y participar.
Si un alumno no puede escribir, puede grabar un audio.
Si una alumna necesita manipular, puede usar material físico.
Si un estudiante necesita apoyos visuales, estos ya están integrados en el diseño.

Este enfoque se consolida con la LOGSE y se amplía con la LOMLOE, que incorpora el concepto de ACNEAE y promueve una cultura educativa basada en la equidad y el acceso universal.

4. Cómo diseñar una fiesta inclusiva en el aula: el papel del DUA

La LOMLOE no solo habla de inclusión: ofrece una herramienta concreta para hacerla posible en el día a día docente.
Ese instrumento es el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA).

El DUA plantea una pregunta clave:
¿Qué puedo ofrecer desde el inicio para que todos participen y aprendan?

En lugar de crear un único plan y ajustar después, el docente diseña desde el principio un aprendizaje flexible, variado y accesible. La fiesta se prepara con música para todos los gustos.

La escuela que queremos construir: una fiesta donde todas las personas cuentan

La transición de la segregación a la inclusión no es solo un cambio de palabras: es un cambio de mirada.
Hemos pasado de separar, a permitir estar, hasta llegar al modelo actual, en el que el objetivo es garantizar presencia, participación y aprendizaje para todos.

Las leyes marcan el camino, pero son los docentes quienes organizan la fiesta cada día. Cada decisión pedagógica —una actividad, una forma de evaluar, una manera de explicar— puede acercarnos o alejarnos de la inclusión.

La escuela inclusiva no se decreta: se construye.
Y tú, como docente, eres quien enciende la música que permitirá que todos los alumnos entren, bailen y brillen en ella.