Adaptar, individualizar y personalizar la enseñanza: Diferencias clave.

Como docentes, escuchamos cientos de veces frases como “hazle una adaptación”, “dale más tiempo” o “personaliza la tarea”. Y, aunque estas expresiones son habituales en cualquier centro educativo, debemos ser conscientes de que no significan lo mismo para todo el alumnado. Esa confusión no es una cuestión menor: puede llevarnos a diseñar intervenciones sobrecargadas, contradictorias o directamente ineficaces.

Con esta guía quiero aclarar, desde mi experiencia y con un enfoque práctico, las diferencias entre individualizar, adaptar y personalizar. Tres verbos que usamos a diario, pero que representan estrategias pedagógicas radicalmente distintas. Comprenderlas nos permite construir entornos de aprendizaje inclusivos desde el origen, y no a golpe de parche.

1. Individualizar: el enfoque tradicional

La individualización ha sido, durante años, la respuesta más común para atender a la diversidad. Reconoce que no todos los alumnos aprenden al mismo ritmo y que algunos necesitan más tiempo, más explicaciones o más apoyo.

Cuando individualizo:

• El objetivo de aprendizaje es el mismo para el grupo.

• Pero yo, como docente, ajusto el proceso: ritmo, tiempo, materiales, apoyos.

• El alumno recibe una versión “más accesible” de la misma actividad.

Sin embargo, este enfoque tiene limitaciones claras:

1. Se centra en el déficit: El foco está en lo que el alumno “no puede”, en su dificultad, en lo que falta. Sin querer, lo coloco como el origen del problema.

2. Es una acción del docente: El protagonismo es mío. Yo decido qué necesita, yo ajusto, yo compenso. El alumnado participa poco en las decisiones sobre su propio aprendizaje.

3. Genera caminos distintos con resultados distintos: Si cada alumno avanza por un itinerario más o menos “rebajado”, acabamos creando desigualdad en lo que cada uno puede alcanzar.

La individualización puede ser útil en pequeños ajustes, pero no transforma la estructura de la enseñanza. Es un punto de partida, no un destino.

2. Adaptar: cuando el currículo necesita ser formalmente modificado

La adaptación curricular es una estrategia técnica —y también legal— para responder a las Necesidades Educativas Especiales (NEE). Aquí ya no hablamos de pequeños ajustes informales, sino de una medida oficial para garantizar el derecho a la educación en condiciones de equidad. Adaptar implica modificar elementos clave del currículo: objetivos, contenidos, metodología, recursos, evaluación o condiciones de acceso.

Tipos de adaptación

Grado 1: Adaptaciones de Acceso: No cambian los objetivos de aprendizaje, solo facilitan el acceso.

Incluyen:

• Formatos ampliados

• Pictogramas, braille,

• Metodologías activas

• Recursos tecnológicos o visuales,

• Mobiliario o apoyos físicos.

Grado 2: Adaptaciones No Significativas

Se ajusta la metodología o la forma de evaluar, pero los objetivos se mantienen.

Ejemplo: un alumno realiza un examen oral en lugar de escrito, pero se evalúa exactamente lo mismo.

Grado 3: Adaptaciones Significativas. Son excepcionales y requieren valoración psicopedagógica.
Modifican o reemplazan objetivos y destrezas del currículo. Aquí sí hablamos de objetivos de aprendizaje diferentes, alineadas con las posibilidades reales del alumno.

Adaptar garantiza equidad, y es imprescindible para determinadas situaciones.
Pero sigue siendo una medida aplicada a un alumno concreto, no un rediseño del aprendizaje para toda la clase.

3. Personalizar: diseñar desde el principio para todos. La personalización supone un cambio de mirada profundo. En lugar de ajustar al alumno al sistema, transformo el sistema para que sea flexible desde el origen. No espero a ver “quién no puede”, sino que diseño actividades que ya no presenten barreras.

Personalizar significa:

1. El alumno toma decisiones: El alumnado elige cómo aprender, a qué ritmo avanzar, qué formato usar para demostrar lo que sabe.

2. Parto de sus intereses, no de sus carencias: Los intereses se convierten en motor del aprendizaje.

3. Abro caminos (no solo ajusto la dificultad): Incorporo múltiples opciones de acceso, participación y expresión. Aquí el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) es la brújula.

Un aviso necesario: personalizar NO es…

• Inventar una actividad diferente para cada alumno.

• Seguir el edumito de los estilos de aprendizaje.

• “Hacer lo que le gusta a cada uno”.

Personalizar no fragmenta la clase: la unifica a través de la flexibilidad.

4. Del concepto a la práctica: un ejemplo claro en 2.º de Primaria: Imagina que en clase estamos trabajando la unidad sobre Los Ecosistemas.

Objetivo común:

Que el alumnado comprenda qué es un ecosistema e identifique seres vivos y no vivos del bosque.

Y ahora, veamos cómo cambia la práctica según el enfoque.

Individualización

Preparo la misma ficha para toda la clase.
Una alumna con dislexia recibe la ficha con menos texto, más apoyo visual y más tiempo.

El objetivo es el mismo, el camino cambia solo para ella.

Adaptación

• Un alumno con baja visión recibe la ficha en macrotipo (Grado 1).

• Un alumno con NEE significativa trabaja un objetivo diferente: clasificar imágenes de seres vivos/no vivos (Grado 3).

La actividad se modifica de forma técnica y formal según la necesidad.

Personalización

Desde el principio, diseño una tarea flexible para toda la clase:

Opciones para acceder al contenido: lectura fácil, vídeo corto, audiotexto con pictogramas.

Opciones para demostrar lo aprendido: ficha tradicional, cómic, diorama, vídeo de un minuto.

El objetivo sigue siendo el mismo, pero cada alumno elige cómo llegar.

5. Conclusión: de ajustar al alumno a transformar la actividad

El paso de la individualización a la personalización no es una moda pedagógica: es un cambio de paradigma.
Supone dejar atrás la visión del alumno como problema y empezar a ver el diseño como la verdadera palanca de inclusión.

Podemos resumirlo así:

La verdadera inclusión no llega cuando multiplicamos tareas “especiales”, sino cuando diseñamos actividades que dejan de ser barreras.

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